Cada persona es el final de una pirámide de muchos hombres y mujeres que han sido indispensables para su existencia, hayan sido conocidos o no. Y es desde ese grupo familiar desde donde la persona se abre a interacciones con otros grupos familiares o sociales, a la vida. La historia de nuestro sistema familiar, tanto las vivencias positivas como los conflictos mal vividos, los conozcamos o no, están impresos en nuestras células, en nuestra propia estructura corpórea, y se traducirá, a la hora de vivir, en cualidades o en obstáculos. La trasgresión de las leyes naturales, familiares, sociales y espirituales (los Órdenes del Amor) en las interacciones humanas es el origen de los conflictos y las discordancias internas, que llegan a manifestarse como patologías individuales, familiares, grupales o sociales. Así, las constelaciones familiares buscan restablecer dichos Órdenes del Amor
Qué son las Constelaciones Familiares
Un sistema terapéutico que ideó el psicoterapeuta, filósofo, teólogo y pedagogo alemán Bert Hellinger, tras años de observación y vivencia. La dinámica propia de este trabajo se desarrolla a través de una escenificación del sistema familiar de la persona que quiera realizar una Constelación, utilizando para ello a personas ajenas a esa familia.
Los participantes que representan a miembros del sistema familiar se dejan llevar por una fuerza invisible, clarificando e identificando los conflictos del sistema familiar, laboral o social que están dificultando el flujo de la vida en esa persona; y, a partir de allí, en la medida que el mismo Sistema lo permita, se restaura el orden perdido, desatando los nudos y permitiendo un nuevo fluir en la vida de las personas afectadas. Constelaciones Familiares no solamente sana aspectos personales de nuestras propias vidas, sino que su efecto sanador se manifiesta en el alma familiar, con lo que, tras una Constelación, empiezan a suceder cambios en las familias o grupos involucrados en el trabajo.
Este trabajo pretende que cada individuo esté en consonancia con su destino y ocupe el lugar que le corresponde en los grupos con los que interactúa, para que pueda desarrollar su proyecto de vida de una manera más armónica y provechosa.
Bert Hellinger
A los 17 años se alista como soldado y combatió en el frente en la Segunda Guerra Mundial. Fue prisionero de guerra, permaneciendo como tal en un campo en Bélgica.
A los 20 años, acabada la guerra, entró en una orden religiosa católica. Estuvo 16 años como misionero en Sudáfrica con los zulúes. Fue director de varios colegios y ejerció la enseñanza y el sacerdocio. De los anglicanos y de los zulúes aprendió la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse a sí mismos con las fuerzas de la Naturaleza. Después de 25 años, dejó el sacerdocio con paz. Su formación es variada: Filosofía, Teología, Pedagogía, Dinámica de grupos, Psicoanálisis, Psicodrama, Hipnosis, Análisis Transaccional, Terapia Gestalt, Programación Neurolingüística (PNL), y Terapia Familiar Sistémica. Fruto de la integración de todas estas disciplinas del saber, nació su trabajo de Constelaciones Familiares.
¿A quién va dirigido este trabajo?
A las personas que siempre tropiezan en su vida en el mismo obstáculo, a las que les resulta difícil mantener una relación de pareja, a las que se sienten excluidas (en la familia, en el trabajo, en la sociedad…), a las que no se sienten a gusto en ningún trabajo, a las que no encuentran sentido a su vida, a las personas presas de alguna adicción, a las personas que han sufrido accidentes graves, a las personas con enfermedades graves o con procesos recidivantes, a las víctimas de otras personas y a los verdugos que generan víctimas, a las personas cerradas a la vida…
Un sistema terapéutico que ideó el psicoterapeuta, filósofo, teólogo y pedagogo alemán Bert Hellinger, tras años de observación y vivencia. La dinámica propia de este trabajo se desarrolla a través de una escenificación del sistema familiar de la persona que quiera realizar una Constelación, utilizando para ello a personas ajenas a esa familia.
Los participantes que representan a miembros del sistema familiar se dejan llevar por una fuerza invisible, clarificando e identificando los conflictos del sistema familiar, laboral o social que están dificultando el flujo de la vida en esa persona; y, a partir de allí, en la medida que el mismo Sistema lo permita, se restaura el orden perdido, desatando los nudos y permitiendo un nuevo fluir en la vida de las personas afectadas. Constelaciones Familiares no solamente sana aspectos personales de nuestras propias vidas, sino que su efecto sanador se manifiesta en el alma familiar, con lo que, tras una Constelación, empiezan a suceder cambios en las familias o grupos involucrados en el trabajo.
Este trabajo pretende que cada individuo esté en consonancia con su destino y ocupe el lugar que le corresponde en los grupos con los que interactúa, para que pueda desarrollar su proyecto de vida de una manera más armónica y provechosa.
Bert Hellinger
A los 17 años se alista como soldado y combatió en el frente en la Segunda Guerra Mundial. Fue prisionero de guerra, permaneciendo como tal en un campo en Bélgica.
A los 20 años, acabada la guerra, entró en una orden religiosa católica. Estuvo 16 años como misionero en Sudáfrica con los zulúes. Fue director de varios colegios y ejerció la enseñanza y el sacerdocio. De los anglicanos y de los zulúes aprendió la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse a sí mismos con las fuerzas de la Naturaleza. Después de 25 años, dejó el sacerdocio con paz. Su formación es variada: Filosofía, Teología, Pedagogía, Dinámica de grupos, Psicoanálisis, Psicodrama, Hipnosis, Análisis Transaccional, Terapia Gestalt, Programación Neurolingüística (PNL), y Terapia Familiar Sistémica. Fruto de la integración de todas estas disciplinas del saber, nació su trabajo de Constelaciones Familiares.
¿A quién va dirigido este trabajo?
A las personas que siempre tropiezan en su vida en el mismo obstáculo, a las que les resulta difícil mantener una relación de pareja, a las que se sienten excluidas (en la familia, en el trabajo, en la sociedad…), a las que no se sienten a gusto en ningún trabajo, a las que no encuentran sentido a su vida, a las personas presas de alguna adicción, a las personas que han sufrido accidentes graves, a las personas con enfermedades graves o con procesos recidivantes, a las víctimas de otras personas y a los verdugos que generan víctimas, a las personas cerradas a la vida…
Sé que se hizo un Taller de Constelaciones Familiares, en el que se figuró como representante el planeta Tierra en una Constelación en la que participaron otras cuatro personas que representaban a cuatro grupos diferentes de seres humanos (sin especificar), así como la Abundancia, la Crisis, el Pasado y lo Nuevo. En una sala vacía, se colocan las personas asistentes en sillas en la periferia del espacio donde se va a “representar” el tema a “constelar”, que puede ser una enfermedad o una dificultad de cualquier tipo (relaciones, familia, trabajo…).
Lo que ocurre, cuando las personas seleccionadas para representar a alguien o a algo (la Abundancia, un dolor, un ancestro…) salen al espacio abierto de la sala, es inmediato: se mueven, sienten, actúan como lo haría el personaje o la “cosa” a la que representan. Es una prueba palpable de que todos formamos parte de Todo, en un mismo Campo Morfológico. Comprendo que a los que no hayan pasado por una de estas experiencias les suene a “chino”, pero ésta es una herramienta terapéutica de primer orden para no sólo tener información de primera mano sobre la realidad de la persona o de la “cosa” por la que se consulta, sino que, de la mano de personas bien formadas en Constelaciones Familiares, se pueden resolver temas que, por otras vías, podría ser el cuento de nunca acabar… No voy a entrar a describir todos los pormenores de los movimientos de esta Constelación, pero sí lo que sintió el personaje de la Tierra en primera persona en el transcurso del ejercicio. Desde el primer momento en que salió al espacio central de la sala, se dirigió, poderosa (la Tierra), hacia “la Vida”; y, en su caminar, se cruzó con la persona que representaba la Crisis. Observó su posición como cortándole el paso en su caminar pero, llena de fuerza, la sacó de su trayectoria. Al estar en la zona de la Vida y no ver qué sucedía a sus espaldas, era como si sintiera que su evolución en el tiempo era algo que no variaba por los movimientos de los seres humanos o por lo que pudiera ocurrir… Formaba parte de “algo mucho mayor” que abarcaba cualquier tipo de realidad terrestre. Sintió la necesidad de volverse hacia lo que acontecía detrás suyo (pues estaba, hasta entonces, mirando a una pared en el extremo que resuena con la Vida), y se dió cuenta de que había una persona (representante de un grupo de seres humanos) que estaba colocada a unos pasos de la Tierra, en actitud de impedir que nada ni nadie se acercara para hacerle daño; otra persona estaba en devaneos con el Pasado; varios movimientos de honra (honrar es uno de los movimientos característicos de Constelaciones Familiares) hacia la Abundancia, el Pasado, lo Nuevo… La Crisis estaba apartada, en el suelo, sin fuerza, sin saber qué hacer… Presa de una gran emoción, sintió, a continuación, la necesidad de honrar al Pasado y se tumbó boca abajo con los brazos dirigidos hacia él y con las manos palmas arriba. Una vez incorporada, y llena de una gran emoción, de Amor, con los brazos extendidos, abarcantes, era como si llamara, invitara a los seres humanos a seguir su camino… Y así fue: los representantes de personas, la Abundancia, lo Nuevo, progresivamente, fueron integrándose en este movimiento de avance hacia la Vida. El Pasado se quedó atrás (como no podía ser de otra manera), así como la Crisis; y, al quedar claro el movimiento general de la Constelación, el ejercicio se dio por concluido. Como conclusión simple e importante, queda patente que la Tierra le da al ser humano otra oportunidad…; que el planeta Tierra está por encima de lo que hagan o puedan hacer los seres humanos; que el Amor la inunda, aunque cause estragos en sus descargas de fuerza a través de los elementos de la Naturaleza (terremotos, volcanes, inundaciones, sequías…); y que el ser humano no debe quedarse mirando a la Crisis, sucumbiendo ante su poder material.
Lo que ocurre, cuando las personas seleccionadas para representar a alguien o a algo (la Abundancia, un dolor, un ancestro…) salen al espacio abierto de la sala, es inmediato: se mueven, sienten, actúan como lo haría el personaje o la “cosa” a la que representan. Es una prueba palpable de que todos formamos parte de Todo, en un mismo Campo Morfológico. Comprendo que a los que no hayan pasado por una de estas experiencias les suene a “chino”, pero ésta es una herramienta terapéutica de primer orden para no sólo tener información de primera mano sobre la realidad de la persona o de la “cosa” por la que se consulta, sino que, de la mano de personas bien formadas en Constelaciones Familiares, se pueden resolver temas que, por otras vías, podría ser el cuento de nunca acabar… No voy a entrar a describir todos los pormenores de los movimientos de esta Constelación, pero sí lo que sintió el personaje de la Tierra en primera persona en el transcurso del ejercicio. Desde el primer momento en que salió al espacio central de la sala, se dirigió, poderosa (la Tierra), hacia “la Vida”; y, en su caminar, se cruzó con la persona que representaba la Crisis. Observó su posición como cortándole el paso en su caminar pero, llena de fuerza, la sacó de su trayectoria. Al estar en la zona de la Vida y no ver qué sucedía a sus espaldas, era como si sintiera que su evolución en el tiempo era algo que no variaba por los movimientos de los seres humanos o por lo que pudiera ocurrir… Formaba parte de “algo mucho mayor” que abarcaba cualquier tipo de realidad terrestre. Sintió la necesidad de volverse hacia lo que acontecía detrás suyo (pues estaba, hasta entonces, mirando a una pared en el extremo que resuena con la Vida), y se dió cuenta de que había una persona (representante de un grupo de seres humanos) que estaba colocada a unos pasos de la Tierra, en actitud de impedir que nada ni nadie se acercara para hacerle daño; otra persona estaba en devaneos con el Pasado; varios movimientos de honra (honrar es uno de los movimientos característicos de Constelaciones Familiares) hacia la Abundancia, el Pasado, lo Nuevo… La Crisis estaba apartada, en el suelo, sin fuerza, sin saber qué hacer… Presa de una gran emoción, sintió, a continuación, la necesidad de honrar al Pasado y se tumbó boca abajo con los brazos dirigidos hacia él y con las manos palmas arriba. Una vez incorporada, y llena de una gran emoción, de Amor, con los brazos extendidos, abarcantes, era como si llamara, invitara a los seres humanos a seguir su camino… Y así fue: los representantes de personas, la Abundancia, lo Nuevo, progresivamente, fueron integrándose en este movimiento de avance hacia la Vida. El Pasado se quedó atrás (como no podía ser de otra manera), así como la Crisis; y, al quedar claro el movimiento general de la Constelación, el ejercicio se dio por concluido. Como conclusión simple e importante, queda patente que la Tierra le da al ser humano otra oportunidad…; que el planeta Tierra está por encima de lo que hagan o puedan hacer los seres humanos; que el Amor la inunda, aunque cause estragos en sus descargas de fuerza a través de los elementos de la Naturaleza (terremotos, volcanes, inundaciones, sequías…); y que el ser humano no debe quedarse mirando a la Crisis, sucumbiendo ante su poder material.