Madres, Padres, Hijos



Lactancia y sustancias tóxicas...

Aunque haya productos que se han prohibido como los COPs, los compuestos tóxicos en general aumentan con la edad, son superiores en personas obesas por acumulación en los tejidos grasos, y en el sexo femenino excepto en los casos de mujeres multíparas que hayan dado lactancia materna, porque depuran estos compuestos pasándoselos a su bebé.

"Nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen"

“Todo ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el día de su muerte” dijo hace muchos años la pediatra y psicoanalista francesa Francoise Dolto. La comprensión no tiene que ser demostrada con una respuesta verbal. Que los niños pequeños no puedan utilizar el lenguaje verbal, no significa que no lo comprendan. ¿Por qué es necesario hablarles? Porque la verdad concreta dicha con palabras organiza el entendimiento de los niños y construye la estructura emocional sostenida por la lógica. Las palabras con sentido lógico son mediadoras entre los niños y el mundo.  A diferencia de las personas grandes, ellos no cuentan con el concepto abstracto de tiempo y espacio, por lo tanto las situaciones más banales tienen que ser anunciadas una y otra vez antes de que sucedan. Incluso a los niños un poco más grandes los podemos ayudar con referencias puntuales, por ejemplo “antes de comer va a suceder tal cosa, cuando vuelva papá de trabajar haremos tal otra”. Tomemos como ejemplo la comunicación entre adultos: Si mi pareja me anuncia: “esta noche regreso a las tres de la mañana”, me está informando sobre algo puntual, pero no es suficiente explicación lógica para mí, entonces no acepto que regrese tan tarde a casa porque no es costumbre dentro de nuestros acuerdos matrimoniales. En cambio si me especifica: “esta noche volveré a las tres de la mañana porque participaré en una cena de empresarios prevista para comenzar a medianoche”, cuento con suficiente información para organizar mi entendimiento, aunque no sea agradable para mí. Fundamentalmente comprendo de qué se trata. Es vital comunicar a los niños la verdad exterior con lujo de detalles, tratando de percibir el mundo desde los ojos de ese niño, porque cada momento es infinito, cada sensación es eterna. La magia de las palabras logra acercar el mundo sutil del niño pequeño y el mundo concreto de los adultos. Usemos las palabras, ya que traducen lo que pasaLas madres permanecemos muchas horas a solas con los bebés. Es el período ideal para hablar previniendo a los bebés sobre todo lo que va a acontecer, por ejemplo: “ahora te voy a cambiar los pañales, tal vez sientas frío”, “vamos a salir a pasear y tengo que abrigarte”, o “vamos a ir juntos al supermercado, allí hay ruido, luces fuertes y demasiada gente”. Cada suceso por más banal que parezca, al ser anunciado, lo predispone y le otorga confianza hacia lo que va a acontecer. De esta manera las palabras con sentido lógico del adulto se convierten en mediadores entre el mundo externo y el interno. Hablar con los niños es sencillo, es igual que hablar con otro adulto.

El amor es el centro de nuestra vida. Y la verdad es el eje de la comunicación. De hecho “hablar con el corazón” es contar la verdad interior. La verdad interior transmite lo que me pasa, lo que siento, lo que deseo, lo que temo. Si somos capaces de mirarnos dentro sin prejuicios, si nos conectamos sencillamente con lo que nos sucede y si no lo valoramos como bueno o malo, entonces estaremos relacionándonos con nuestra verdad interior, que es la expresión del alma. Los adultos necesitamos comprender nuestros sentimientos para  amigamos con lo que nos pasa y atravesar cada situación con mayor entendimiento. Del mismo modo, los bebés y niños pequeños fusionados en la emoción de la madre, podrán comprender, organizar sus sensaciones y acompañar los sentimientos de su madre si saben de qué se trata. Esto es posible cuando la madre nombra lo que le pasa. Decir la verdad, toda la verdad del corazón, es hacerse cargo de lo propio para liberar al bebé de su angustia y su permanente obligación de manifestar lo que la madre siente pero todavía no ha expresado. 
Por ejemplo: Termina la baja maternal de una mujer quien debe regresar al trabajo. Organiza correctamente el cuidado de su bebé de tres meses. La noche previa al comienzo de su jornada laboral, el bebé sufre un espasmo respiratorio... ¿Acaso ha sido un acontecimiento imprevisible? No, es tan frecuente como la falta de reconocimiento de la angustia que provoca en una madre el hecho de dejar a su bebé tan pequeño durante tantas horas. El bebé siente la misma angustia y se hace cargo de manifestarla. En este caso ¿qué significaría decir la verdad?: Decir la verdad al bebé es reconocer antes que nada esta situación ambivalente: “necesito o deseo trabajar, pero también me angustia y me atemoriza dejarte al cuidado de otra persona “.  O bien, “Quiero irme pero también sufro por dejarte”. Reconocer lo que nos pasa y comunicar lo que nos pasa, le permite al bebé comprender y organizar lo que nos sucede a ambos. De lo contrario el bebé se hace cargo de comunicarlo, él realiza la angustia a través de la manifestación del síntoma. En otras palabras, el bebé nos obliga a conectarnos con la verdad, porque de lo contrario la materializa, la “expresa” en el plano físico, o en otras palabras: somatiza.

Puede resultarnos una pesada tarea estar dando explicaciones a los niños permanentemente, sin embargo resulta facilitador para los vínculos. Poco a poco convierte a los niños en seres que acompañan  con fluidez las decisiones y necesidades de los padres porque le encuentran sentido. Con el correr del tiempo las explicaciones serán  más cortas y precisas ya que el niño incorpora conceptos de tiempo y espacio. El bebé necesita cada día la palabra de la madre que medie en la ausencia o ante cada situación nueva. En cambio un niño de tres años y medio que  maneja con soltura el lenguaje verbal, “ya sabe” que cuando la madre dice “me voy a trabajar” tiene todo el sentido que le ha venido dando con muchas palabras llenas de significado durante esos tres años.

En busca de la propia verdad: la verdad siempre va precedida de la palabra “yo”. Porque la verdad es personal, responde a lo que me pasa, lo que siento, lo que deseo. No es una opinión, ni está supeditada a lo correcto o incorrecto. Los niños están tan cerca de nuestro corazón, tan unidos a la verdad íntima, que se convierten en traductores exactos. Vale la pena prestarles atención, o al menos hacernos las preguntas pertinentes. Sólo sabiendo qué es lo que nos pasa, estaremos en condiciones de narrar nuestra verdad a nuestros hijos.

La verdad siempre hace referencia a nuestra intimidad, es decir al interior de nuestro mundo emocional. Es la instancia que desnuda las emociones: el amor, el rechazo, el miedo, la alegría, la nobleza, la pasión, la rabia, la angustia, el dolor, la esperanza. La intimidad no se refiere a las prácticas sexuales, ni a la vida cotidiana como el hecho de trabajar, estudiar, comer, dormir, pasear o relacionarse con otros. ¿Pero qué tienen que ver los niños con nuestras íntimas verdades? Comprenderemos la profunda relación entre los pequeños y los adultos, si tomamos en cuenta que los niños pequeños son seres fusionales, es decir que viven dentro del mundo emocional de las personas que los crían. Cuando son muy pequeños, viven fusionados a la emocionalidad de la madre o de la persona maternante, y en la medida que van creciendo y van entrando en relación con otras personas (padre, hermanos, abuelos, maestras, amigos) se fusionan también con los mundos emocionales de los demás. Es decir: indefectiblemente forman parte del territorio afectivo de quienes los rodean. La verdad es liberadora y aporta confianza: por eso, aquello que nos sucede, les pertenece. También les pertenece lo que nos ha sucedido en el pasado, porque para nuestra organización emocional, el tiempo no existe. Si hemos experimentado situaciones dolorosas incluso durante nuestra infancia, hoy en día vibran aún en nuestro interior. Y es eso, justamente eso, lo que el niño vive como propio. Así las cosas, el niño merece comprender eso que siente como una evidencia. Nuestras palabras no van a traerle ninguna noticia reveladora, simplemente van a confirmar lo que el niño ya sabía. Y eso es increíblemente liberador, además de aportarle mucha confianza; porque el niño constata que lo que siente y lo que los adultos nombran, coincide. Comprendamos que el niño está completamente involucrado en nuestra vida personal, por lo tanto, no podemos tratarlo cono si fuera un extraño. El niño tiene derecho a saber al menos, lo que nosotros mismos hemos logrado comprender.


Conceptos clave:

HABLAR CON EL BEBÉ -EL NIÑO: Françoise Dolto: decía que el ser humano tenía la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el de su muerte. Hablaba con las madres y les pedía que le contaran sus experiencias, sus momentos malos y buenos, y después todo eso se lo narraba al niño. Porque, agregaba, el niño merecía saber porque tenía la capacidad de comprender. Recordándola me propuse que una de mis tareas como terapeuta sería enseñarles a las madres ir en busca de su propia verdad para que luego, ellas mismas, la transmitieran a sus hijos. Hablemos: Tomemos la costumbre de hablar con los niños, por pequeños que sean. Cada mañana contémosles cómo será el día. Si tenemos que dejarlos, expliquémosles qué harán ellos en nuestra ausencia, qué van a comer, adónde van a ir a pasear. Y más imprescindible aún hablemos sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, sobre el origen de nuestras preocupaciones, los motivos de nuestras alegrías. Hablemos porque nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen.

FUSIÓN EMOCIONAL: el niño y la madre forman una unidad denominada fusión emocional. Es decir que si la madre oculta una parte de su verdad el niño lo percibe, porque la sabe. Y la mayoría de las madres no conoce toda su verdad, sabe la más inmediata, la que acepta su cultura. Pero está la otra, la sombra, que es necesario sacar a la luz para integrarla a la vida. Muchas madres ni siquiera sospechan que esa parte oscura existe y que una de sus tareas como seres humanos es perderle miedo, buscarla y sanarla, para transformarla en parte de su fortaleza.

SOMBRA: es un termino utilizado por Carl Jung para definir las partes desconocidas de nuestra psique y de nuestro mundo espiritual. Estamos formados por una parte luminosa y una oscura, pero nos identificamos con la generosidad y la bondad, y despreciamos los opuestos, el egoísmo y la maldad. La sombra se desarrolla desde la infancia. Todo lo que pertenece al subconsciente. 

DOULA: en indi, significa mujer experimentada, y es una profesional capacitada para resolver problemas. 

MATERNIDAD Y PUERPERIO: desencadenan una verdadera conmoción tanto en la mujer como en el recién nacido y en la pareja. Se produce un cambio fundamental de consecuencias insospechadas. Por lo tanto son momentos que deben ser vividos con sumo cuidado y dedicación. Lamentablemente, en nuestra cultura, con el vértigo que nos caracteriza, quemamos etapas. Expulsamos a la madre, que en 45 días debe volver a trabajar, estar linda, sin rastros de su maternidad. Por supuesto, esto es tremendo para el niño que, como dijimos, forma una unidad emocional con ella. Y lo expresa reclamando esa carencia durante toda su vida. Creo que el tiempo mínimo para el puerperio son dos meses, y allí se juega la felicidad del niño y de la familia. Ese niño al no tener carencias afectivas es altruista, generoso. Cuando una madre puede vivir esos momentos en tiempos lógicos, consigue realizarse como madre y reintegrarse a la vida laboral sin culpas, feliz. El padre se arremanga y durante esos dos meses sostiene a su esposa sin pedirle afecto ni ayuda, porque ella es la madre, la que debe cuidar a ese hijo que concibieron juntos, en una de las etapas más importantes de su vida. Según el pediatra Frédérique Leboyer, autor de la idea del parto sin violencia. Dijo: "Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados; cada una de estas cosas es alimento para los niños pequeños. Tan indispensable, si no más, como las vitaminas, sales minerales y proteínas. Si se lo priva de esto, y del olor, el calor y la voz que tan bien conoce, el niño, aunque esté harto de leche, se dejará morir de hambre".

TDA: Trastorno de Déficit de Atención.  Gran cantidad de médicos diagnostican actualmente este trastorno, igual que la hiperactividad, estrés, etc y otras enfermedades nuevas que pretenden dar respuesta a todo, y poner nombre a otras carencias y situaciones de desamparo de los niños y adolescentes. Muchas veces el diagnostico de este trastorno ayuda a tener una vida mejor, otras veces no hace más que empeorar nuestra vida. Se medica a los niños, se les dice que tienen un problema, y todos se lo acaban creyendo.

FAMILIAS ENSAMBLADAS: concepto actual, parejas con hijos provenientes de relaciones anteriores, etc... sólo se corresponde con el concepto de Tribu Familiar, cuando se da la ternura, la comprensión, y el amor de los hijos que no son tuyos. Es el juego de la aceptación de las diferencias.

DESAMPARO: ¿Qué no tuve o qué me faltó cuando era pequeño en mi primera infancia? desde la vivencia del niño, las cosas están igual ahora que antes, los niños en general están en situación de desamparo. El único modo de resolverlo es contactándonos con nuestras verdaderas dificultades emocionales.

El puerperio

El puerperio es el período que va entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años, aunque emocionalmente haya una progresión entre el caos de los primeros días y la capacidad de salir al mundo con un bebé a cuestas. Para intentar sumergirnos en los temas energéticos, emocionales y psicológicos del puerperio, es necesario reconsiderar  la duración real de este tránsito. Los famosos 40 días estipulados tienen que ver con una  histórica veda frenta al reclamo sexual del varón. Pero ese tiempo no significa psicológicamente un comienzo ni un final de nada. Por la falta de un pensamiento genuino sobre el “sí mismo femenino” en la situación de parto, lactancia, crianza y maternaje, es necesario desarrollar una reflexión sobre el puerperio basándonos en situaciones que a veces no son ni tan físicas, ni tan visibles, ni tan concretas, pero no por eso son menos reales. Es lo invisible, el submundo femenino, lo oculto, lo que está más allá de nuestro control, más allá de la razón para la mente lógica. Intentaremos acercarnos a la esencia del lugar donde no hay fronteras, donde comienza el terreno de lo místico, del misterio, de la inspiración y la superación del ego. Para hablar del puerperio, tendremos que inventar palabras, u otorgarles un significado trascendental. Para quienes ya lo hemos transitado hace tiempo, nos da pereza volver a recordar ese sitio tan desprestigiado, con reminiscencias a tristeza, ahogo y desencanto.  Recordar el puerperio equivale frecuentemente a reordenar las imágenes de un período confuso y sufriente, que engloba  las ilusiones, el parto tal como fue y no como una hubiera querido que sea, dolores y soledades, angustias y desesperanzas, el fin de la inocencia y el inicio de algo que duele traer otra vez a la conciencia. Para comenzar a armar el rompecabezas del puerperio, es indispensable tener en cuenta que el punto de partida es “el parto”, es decir, la primer gran “desestructuración emocional”. Para que se produzca el parto necesitamos que el cuerpo físico de la madre se abra para dejar pasar el cuerpo del bebé permitiendo un cierto “rompimiento” corporal, que también se realiza en un plano más sutil y energético, correspondiendo a nuestra estructura emocional. Hay un “algo” que se quiebra, o que se “desestructura” para lograr el pasaje de “ser uno a ser dos”. Es una pena que la mayoría de los partos los atravesemos con muy poca conciencia con respecto a este “rompimiento físico y emocional”. Ya que el parto es sobre todo un corte, un quiebre, una grieta, una apertura forzada, igual que la irrupción de un volcán que gime desde las entrañas y que al despedir sus partes profundas destruye necesariamente la aparente solidez, creando una estructura renovada. Después de la “irrupción del volcán” (el parto) las mujeres nos encontramos con el tesoro escondido (un hijo en brazos) y además con insólitas piedras que se desprenden como bolas de fuego (nuestros “pedacitos emocionales”, o nuestras partes desconocidas)  rodando hacia el infinito, ardiendo en fuego y temiendo destruir todo lo que rozamos. Los “pedacitos emocionales” van quemando lo que encuentran a su paso. Miramos azoradas sin poder creer la potencia de todo lo que vibra en nuestro interior. Incendiando y cayendo al precipicio, suelen  manifestarse en el cuerpo del bebé (como una llanura de pasto húmedo abierta y receptora). Son nuestras emociones ocultas que despliegan sus alas en el cuerpo del bebé rozagante y disponible. Como un verdadero volcán, nuestro fuego rueda por los valles receptores. Es la sombra, expulsada del cuerpo. Atravesar un parto es prepararse para la erupción del volcán interno, y esa experiencia es tan avasallante que requiere de mucha preparación emocional, apoyo, acompañamiento, amor, comprensión y coraje por parte de la mujer y de quienes pretenden asistirla. Sin embargo pocas veces las mujeres encontramos el acompañamiento necesario para introducirnos luego en esa herida sangrante, aprovechando este momento como punto de partida para conocer nuestra renovada estructura emocional (generalmente bastante maltrecha, por cierto) y decidir qué haremos con ella.  El hecho es que -con conciencia o sin ella, despiertas o dormidas, bien acompañadas o solas, incineradas o a  salvo- el nacimiento se produce. Lamentablemente hoy en día consideramos el parto y el post-parto como una situación puramente corporal y del dominio médico. Nos sometemos a un trámite que con cierta manipulación, anestesia para que la parturienta no sea un obstáculo,  drogas que permiten decidir cuándo y cómo programar la operación, y un equipo de profesionales que trabajen coordinados, puedan sacar al bebé corporalmente sano y felicitarse por el triunfo de la ciencia. Esta modalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que las mujeres ni siquiera nos cuestionamos si fuimos actrices de nuestro parto o meras espectadoras. Si fue un acto íntimo, vivido desde la más profunda animalidad, o si cumplimos con lo que se esperaba de nosotras. Si pudimos transpirar al calor de nuestras llamas o si fuimos retiradas de la escena personal antes de tiempo. En la medida que atravesemos situaciones esenciales de rompimiento espiritual sin conciencia, anestesiadas, dormidas, infantilizadas y asustadas... quedaremos sin herramientas emocionales para rearmar nuestros “pedacitos en llamas”, permitiendo que el parto sea un verdadero pasaje del alma. Frecuentemente, así iniciamos el puerperio: alejadas de nosotras mismas. Anteriormente describíamos la metáfora del volcán en llamas, abriendo y resquebrajando su cuerpo, dejando al descubierto la lava y las piedras. Análogamente, del vientre materno, surge el bebé real, y también el interior desconocido de esa mamá, que aprovecha el rompimiento para colarse por las grietas que quedaron abiertas. Esos aspectos ocultos encuentran una oportunidad para salir del refugio. La sombra ( es decir, cualquier aspecto vital que cada mujer no reconoce como propio, a causa del dolor, el desconocimiento o el temor) utiliza el quiebre para salir de su escondite y presentarse triunfante en la superficie. El problema para la mamá reciente es que se encuentra simultáneamente con el bebé real que llora, demanda, mama, se queja y no duerme... y al mismo tiempo con su propia sombra (desconocida por definición), inabarcable e indefinible. Pero concretamente ¿con qué aspectos de su sombra se encuentra?. Cada ser humano tiene su personalísima historia y obstáculos a recorrer, por lo tanto sólo un trabajo profundo de introspección, búsqueda personal, encuentro con dolores antiguos y coraje, podrá guiarnos hacia el interior de esa mujer que sufre a través del niño que llora. El puerperio es una apertura del alma. Un abismo. Una iniciación. Si estamos dispuestas a sumergirnos en las aguas de nuestro yo desconocido.

Maternidad

¿Qué requiere todo bebé? Después de 9 meses de embarazo uterino, el bebé al salir pasa por 9 meses de embarazo extra-uterino. El bebé requiere lo mismo fuera, que lo que tuvo dentro. Contacto permanente, alimento permanente, movimiento permanente, amor permanente, confianza y seguridad permanente, ritmo cardíaco de la madre permanente, mirada, leche, ternura, cariño...Maternaje y Paternaje, más que a un Padre y a una Madre. A partir de ahí el bebé manifiesta de adulto su magnífica y exquisita capacidad de amar. Sin roles, sin arquetipos. Seguro de sí mismo. Pero los adultos no estamos en esa situación: normalmente hay una lucha entre las necesidades de los adultos y las necesidades de los niños. Se contraponen las situaciones de desamparo de los adultos, respecto a las necesidades de los niños y bebés. El amor, el dolor, el amparo, el desamparo, entre niños y adultos...desde niños crecemos con la supervivencia de esos patrones subconscientes que reproducimos hasta que morimos si no reparamos dónde activamos dicha conducta. Y es difícil conseguir Maternaje y Paternaje en los tiempos de hoy....porque todos tenemos problemas, todos buscamos ayuda en los demás... y no... a veces hay que alejarnos para poder hacer un Zoom, y mirar los desórdenes que padecemos de falta de sentido en la vida, no podemos mirar los últimos 5 minutos de la película, debemos seguramente mirar las dos horas de la película entera. De la misma manera, deberíamos enfocar nuestras vidas y quizá revisar qué ocurrió en nuestra infancia. Hacer Zoom, y luego volver a focalizarnos. Si mi marido me es infiel, la pregunta es ¿desde cuándo vienes abandonando a tu marido, para que él se vaya con otra?.  Ves siempre al origen del problema, no te quedes con la consecuencia... ni con la enfermedad, ni con el resultado. Ves a la raíz de todo.

No es ni Patriarcado, ni Matriarcado. Apenas existe la Matrifocalidad: en nuestra civilización que debería estar basada en la Tierra, y la Tribu. No puede imperar un punto de vista dominante, poderoso sobre otro: ni del Adulto sobre el Niño, ni del Hombre sobre la Mujer, ni del Poderoso sobre el Desvalido, ni del Guerrero sobre el Dominado. Porque eso es parcial. Depredador. Cuando es todo lo contrario: todo viene de una Matriz. La misma Matriz Energética.

Ser Madre no es solamente parir, igual que ser padre no es sólo traer un sueldo físico a casa. Ser Madre y Ser Padre es mucho más. La Madre requiere afecto y un acompañamiento, una Gran Madre Sabia que la acompañe, sabiduría interna, trabajo personal y sobre todo no dejarse pisotear por ningún discurso depredador, ni ningún Macho Alfa dominante, cuando se presentan los más grandes miedos y oscuridades con la llegada de un bebé. Igual que Ser Padre, es tener una enorme capacidad de aportación afectiva y mirar introspectivamente qué se debe sanar a nivel interno. Es decir, la mujer tiene un ámbito externo en el cual es reconocida públicamente. Profesionalmente, como mujer, socialmente... sin embargo, cuando se inicia su camino con un embarazo, puede pasar perfectamente a ser Invisible y puedes sentirte muy sola. O a ratos, muy poco o nada acompañada. Parece que ciertas personas no ven  a la mujer embarazada hasta que no está apunto de parir. Y la ven sólo como si fuera un puro recipiente del niño. Todo el mundo entonces le pregunta: ¿no has parido todavía?... Es más, en ese momento en el que estás en fechas probables de parto, a menudo es cuando suele llegarte todo un torrente de opiniones, que por cierto, nunca has pedido. Todo el mundo a tu alrededor suele dar 'su propia opinión' depredadora.

Ahí seguimos: Embarazo, Maternidad, Paternidad, invisibilidad de estos roles tan sentidos de corazón... aunque en general, el Padre si suele tener un reconocimiento familiar como sustento indudable, y una actividad profesional y éxito personal en ese sentido que en cambio nadie cuestiona. Igual que la mujer que trabaja fuera, cierto? La mujer es visible, el hombre es visible, pero puede ser que la Madre y el Padre sean Invisibles totalmente. Son tiempos difíciles en los que la Maternidad y la Paternidad han perdido su valor social, que no personal. Igual que el hombre necesita el apoyo de la mujer cuando regresa de trabajar, el Hombre y el Padre no deberían caer en el patrón de conducta automático pero erróneo de dejar a la madre en situación de aislamiento emocional, sino formar una verdadera Tribu familiar.

Traer un hijo al mundo no significa ser verdaderamente una madre o un padre. Maternidad hace referencia explícitamente al hecho biológico que tiene toda mujer de concebir a un hijo. Igual que la Paternidad. En cambio el maternaje y paternaje implican un plus a dicho hecho biológico: tiene que ver con el amor, los cuidados, que le brinda la madre y el padre a su bebé. Toda mujer posee un instinto maternal con mayor o menor potencial de desarrollo, y éste determina que a pesar de que se produzca la maternidad, no necesariamente se va a suscitar el proceso psicoafectivo denominado maternaje, entendido como aquellos cuidados tanto primarios como afectivos que una madre le prodiga a su bebé dentro de un clima de ternura. Con ellos se contruye el vínculo madre-bebé conocido como Díada, que es la matriz de las relaciones posteriores que este bebé desarrollará en su vida, y si esta nueva mamá, ha tenido un vínculo positivo con su madre, y abuela, lo más seguro es que asuma su experiencia de maternidad con optimismo, tranquilidad y alegría, hecho esencial para el futuro desarrollo físico y psíquico del bebé. Un buen lazo se generará siempre y cuando la madre tenga la actitud y predisposición para transmitir cariño y poder contener a su hijo. Es capital concienciar a las madres para que puedan conocer lo que les pasa, romper mitos acerca del embarazo y del parto, para llegar al mismo de la mejor manera posible, para poder ayudarlas a ordenar las emociones originadas en esta nueva y bella etapa que siempre es la maternidad.

Sin embargo, en estos momentos, muchas personas están enfermas, depresivas, mal... ¿Qué pasa si dejo de estar tan mal? ¿La gente dejará de hacerme caso? ¿La gente a mi alrededor dejará de quererme? Todos jugamos y representamos un personaje, un rol, en nuestra vida. Todos tenemos heridas, igual que todos somos mamíferos: todos tenemos una madre.
¿ Estamos dispuestos a conectar con nuestra Alma y mirarnos hacia dentro reconstruyendo nuestra propia biografía de vida? Seguramente eso implica ver muchas cosas que no nos gustan, pero es lo único que funciona. Por ejemplo, respecto a nuestros hijos, lo que mejor funciona, es que nosotros como Padres, hagamos una introspección. Nuestros bebés e hijos sencillamente están en simbiosis perfecta con nuestras emociones. En fusión emocional. Si nosotros no miramos hacia dentro y sentimos y aceptamos nuestras emociones y aquello que sentimos, nuestros niños llorarán, se enfermarán, no dormirán bien, y chillarán ellos por nosotros... Una madre en este sentido suele estar en relación de 'maternaje' o zambullida emocional permanente con el bebé. Se da una fusión emocional total de todos los terrenos, entre abuelos, padres, hijos, y nietos.

El núcleo para entender la conducta humana, es que tenemos que aprender a desarmar o desandar nuestra propia trama del discurso, normalmente suele ser el materno, en el entorno familiar. Alguien en la familia suele decir Patricia es terrible, Pablo es un llorón, Cristina es muy lista, Felipe es muy impulsivo, Santiago tiene muchas alergias... ese es nuestro principal refugio. No es que el discurso materno, paterno, etc no sea cierto, es que hay otros puntos de vista... no es el único. Y cada uno de ellos tiene razón. Se debe ver el entramado completo. Hoy Patricia, Pablo, Cristina y Felipe tienen 50 años, y no saben que se perdieron, se negaron, etc, por el camino....
Si miramos hacia atrás en el tiempo en nuestra infancia, siempre encontramos un 'Yo Engañado', muchos tenemos la historia de 'mamá', 'papá', el abuelo o la abuela. No tenemos una propia historia, no recordamos nada propio. Sin embargo, sí recordamos que por ejemplo, Mamá había abortado, Mamá estaba triste, Mamá, Mamá y Mamá, los abuelos habían sido malos con Mamá, no la habían ayudado, y los abuelos habían hecho tal o cual cosa etc... De ello resulta, que mi Yo Actual, es un personaje que yo adopté inconscientemente, normalmente nos lo pasó mamá, nos lo pasó papá, los abuelos contribuyeron lo suyo, y yo luego le dí lustre...Le sigo dando brillo a estos patrones a día de hoy? ¿´Qué bebé hemos sido? ¿Qué me decían que Yo Era de pequeño?
Dentro de ese 'Yo Engañado', ese discurso es nuestra sombra, nuestro subconsciente, y en él puede aparecer cualquier personaje (se recuerda la lente de quien nos miró... recordemos que cuando somos bebés, nadie lo mira desde nuestra propia lente, todo lo que somos, viene contruído con aquello que nos dicen los demás que somos):
-el Yo armado Víctima (le cuidan, no puede cuidar a los demás)
-el Yo Enfermo/a (pobrecito de mí, necesito que siempre me cuiden)
-el Yo Adicto,
-el Yo Rechazado que se convierte siempre en un Rechazador (adultos que rechazan a los niños, tenerlos aúpa, son adultos que seguro no han tenido ese amor físico, ni crianza con apego durante su infancia),
-el Yo Caperucita Roja (y nos encontraremos seguro casadas con un lobo, al cual acabaremos viendo sus dientes)
-el Yo Blanca Nieves (y tendré los siete enanitos)
-el Yo Caballero Valiente (tengo gente temerosa con muchos miedos a mi alrededor)
-el Yo Soy la única que me creo que sé hacer bien las cosas (porque ese es el entramado, así sólo encontraré inútiles a mi alrededor seguramente)
-el Yo Volada o Happy de la Vida (nunca me entero de nada, así no puedo ayudar a nadie, a ninguna de las personas que más quiero)
-el Yo Soy Buenísima
-el Yo Llorona
-el Yo Terrible
-el Yo Madura
-el Yo que no puedo nada
-el Yo... -perdonad pero es que- Soy Impulsivo (es lo que siempre me han dicho....)
-el Yo Asmático
-el Yo Alérgico
-el Yo Delicado
-el Yo Depresivo Crónico (qué consigue un depresivo crónico, tener a 7-8 familiares pendientes de él o ella)
-el Yo Senil o con Alzheimer (reclamo la atención y cuidados que antes no demandé que me faltaba, sustitutos..., decidí olvidar aquello que me duele porque no me interesa, y me niego a ver mi propia sombra)
-el Yo Agresivo con los demás (mamá o quien fuera no me dió el amor que pedí y he aprendido a reclamarlo de otra manera)
-el Yo me falta AMOR o sustancia materna o paterna que me calme, asi que me lleno con la comida
-el Yo Adictivo al Sexo (vitalidad mal encauzada)
-el Yo Fumador (si no fumo un cigarro, muero. eso es falta de maternaje en período de infancia).
-el Yo No Contacto Emocional (por eso o no me entero de nada, o no escucho, y hablo mucho, y pongo una barrera con las emociones del otro...)
....
o el personaje que sea....

En ese rol en el que somos vistos, soy mirada y amada por quien me nombró. Y entre quien soy que se nombró y lo que verdaderamente Yo Soy, desde el Ser que Soy, hay un abismo. Todos esos personajes son muchísimas muertes espirituales. Si no tengo eso... : ME MUERO.

Si no nos gusta más ese rol, tengo que preguntarme qué es lo que yo genero para atraer esos registros. Y debemos quitarnos ese disfraz. Nosotros debemos cambiar.

Siempre hay algo externo que nos hace saltar.... y esos personajes logran salvarnos aunque sólo sea un ratito. Ahora sí tenemos la oportunidad para entender nuestro desamparo, dejando a nuestros niños en paz.
El bebé cuando nace tiene una serie de necesidades impostergables, que a veces chocan directamente con nuestra necesidad que para nosotros es la más importante. Incluso eso ya sucede durante el mismo embarazo: qué me pasa, soy tonta porque no puedo dormir... noches enteras sin dormir, cuando todo el mundo duerme a tu alrededor. Y a quién le importa? Invisible de nuevo.

Así nuestros bebés, lloran, enferman, se ponen tristes.... y sólo así captan nuestra atención. Si dejo de estar enfermo mamá me dejará de mirar, pero mama asi solo me mira, mientras estoy enfermo... Mamá y Papá solo ven mi enfermedad, mi nerviosismo, mis lloros, no me ven a mí... no ven mi patron de conducta.... que es la dinámica que si no cambio, adoptaré para el resto de toda mi vida.

Por supuesto, el Yo Depresivo, o Yo Enfermo no quiere dejar dicho rol, porque si lo dejasen, perderían el amor materno que nunca tuvieron. Tienen a toda una corte de personas alrededor que dan amor, el amor materno que faltó seguramente.

El discurso del 'yo engañado'

Al construir nuestra biografía humana, aparece una dificultad común: hablamos desde nuestro lugar de identidad, que tiene elaborado un discurso engañado, liderado por nuestro “yo consciente” o personaje. Ese es un obstáculo, ya que el “personaje” es ciego, se da la razón a sí mismo. El “yo engañado” no toma en cuenta ninguna otra perspectiva, por eso, entre todos los “yoes”, es el que menos comprende cómo son las cosas objetivamente. El “yo engañado” tiene miedo de asomarse al otro lado, porque sabe que tendrá que quitarse las máscaras que lo mantienen calentito en su refugio de cristal. Básicamente, en el armado de una biografía humana –con el que pretendemos buscar material sombrío- aquello que decimos, es decir, lo que el “yo engañado” proclama, no interesa. Es información que el terapeuta estará obligado a descartar. De hecho, la función del terapeuta es mostrar los beneficios y también las desventajas de cada personaje, porque el costo es algo que sentimos pero que no podemos detectar con claridad. Otro objetivo interesante es que nos ayude a traer la voz del otro, sea quien sea ese otro: nuestro hijo, partenaire, vecino, compañero de trabajo o ex suegra; y agregar ese punto de vista. Una vez que todos tienen voz y voto en el armado de nuestro escenario y observando el panorama completo en el que estamos involucrados, preguntaremos: “¿Y ahora qué hago?”. La respuesta honesta de nuestro terapeuta será: “no lo sé”. Lo que sí puede hacer el terapeuta es ayudarnos a trazar algún camino que sea integrador de la sombra. Para eso, es preciso entender nuestro personaje (que en verdad es nuestro mejor refugio), comprender la necesidad de permanecer allí escondidos, los peligros que nos puede acarrear el salir de nuestra cueva, los desafíos que tenemos por delante y los puntos de vista de nuestros hijos, de nuestro cónyuge, de nuestros empleados o de nuestros enemigos (si los tenemos). Sólo entonces podremos decidir si moveremos alguna pieza o no, a favor de todos. Esa es una decisión personal y no le compete al terapeuta. En todo caso, si decidimos arriesgarnos y cambiar, el terapeuta podrá acompañar esos movimientos. ¿Es así de fácil? ¿Se construye la biografía humana y luego ya somos capaces de hacer movimientos que nos traigan mayor felicidad? No. Pero no podemos pretender encontrar soluciones a nuestros problemas sin saber primero, cuál es el personaje que actuamos inconscientemente, sin tener claro el discurso de nuestro “yo engañado”, sin comprender por boca de quién hablamos, ni el nivel de miedo frente al abismo de abandonar el refugio que nos da identidad. La metodología para la construcción de la biografía humana con la intención permanente de revisar los discursos engañados, requiere entrenamiento, arte, empatía y experiencia. Es un trabajo ingrato. Porque generalmente los terapeutas nos encontramos con realidades mucho más hostiles, violentas, inhumanas y feroces de lo que imaginaban los consultantes antes de iniciar este proceso. Estamos en condiciones de asegurar a quienes deseen emprender este camino, que buscar sombra siempre es doloroso. Pero permanecer ciegos duele mucho más. Y más sabiendo que estamos ciegos porque no queremos Ver ni mirar aquello que duele en nosotros mismos.

Fusión emocional Madre- Bebé

La vivencia del bebé amparado: el bebé llega al mundo físico trayendo noticias del mundo sutil, pero paradójicamente las puede transmitir sólo en la medida en que sus necesidades inmediatas del mundo físico se cumplan con precisión. Es incapaz de sobrevivir en el mundo de la luz, sin ser asistido integralmente respecto a toda necesidad física y emocional. Así que ese cuerpecito, que ni siquiera puede sostener su cabeza, pero que como herramienta de supervivencia cuenta con una enorme potencia para succionar el pecho materno, hace exactamente eso: Succiona. Luego, se va acostumbrando a los apabullantes ruidos y molestias de su enorme aparato digestivo que colman la mayoría de sus sensaciones físicas. El bienestar o el malestar hacen toda la diferencia en este tiempo mágico de todo ser humano. Éste es el momento en que se divide la humanidad: entre quienes han recibido resguardo, contención y contacto corporal..., y quienes no.

Los bebés, mientras permanecen en el útero materno, oyen los latidos del corazón de su madre, su voz, las voces de otras personas, los ruidos del entorno. Oyen los ruidos del cuerpo materno digiriendo la comida, riendo, hablando, cantando, respirando, y se van adaptando, de un modo similar a como lo han hecho nuestros antepasados durante millones de años. En el momento de nacer, además del impactante pasaje hacia la respiración a través de los pulmones que se llenan de aire, el bebé pasa también de un ambiente húmedo a uno seco, experimenta un descenso de la temperatura en el entorno, y además los sonidos ya no están amortiguados. Para colmo sufre un cambio radical en su postura: ya no está cabeza abajo, sino que estará acostado o con la cabeza más alta que el resto de su cuerpo. Pero en buenas condiciones, el bebé puede soportar e integrar estas nuevas sensaciones con serenidad y placer. El bebé en este período es más sensible que conciente. En realidad, el bebé es conciente de su estado de bienestar. Si el bebé encuentra refugio y el cuerpo de su madre permanentemente disponible, el paso del tiempo no será una desventaja, como no lo era en la época intrauterina, ya que simplemente se siente bien. El bebé puede vivir en el “eterno ahora”, pegado al cuerpo de su madre, en un estado de beatitud. El período inmediato después del nacimiento es la etapa que más impresiona en la constitución del ser humano. Aquello con lo que se encuentra será lo que luego sentirá que es la naturaleza de la vida. Al abandonar la más completa hospitalidad que ofrece el útero materno, necesita llegar a un solo lugar: los brazos de su madre. Durante millones de años los bebés recién nacidos han mantenido un estrechísimo contacto corporal con sus madres. Y aunque en los últimos siglos los bebés están siendo privados de esta invalorable experiencia, cada nuevo bebé que nace espera encontrarse en ese mismo lugar. El bebé que se reconforta sencillamente en el cuerpo de su madre o de otro ser humano que lo ampara, continúa en armonía y no pierde el contacto con su más allá interior. Es verdad que no basta con acunarlo y sostenerlo físicamente. Sabemos que el niño nace dentro de la fusión emocional con su madre trayendo toda la información de su sombra. Es decir, de lo que la madre no conoce de sí misma. Y lo va a manifestar a través de señales de bebé, generalmente poco comprensibles para el lenguaje adulto. En realidad, las personas grandes no nos hemos dedicado mucho a aprender este lenguaje, restándole importancia a uno de los idiomas más hablados del planeta. Así que sin un buen diccionario a mano, estaremos perdidos con un niño en casa. Cuando lo que el niño trae es manifestación indescifrable de la sombra de su madre, es posible que el pecho no alcance, ni la paciencia ni la dedicación. Pero no significa que no lo siga necesitando. Necesita algo más: liberarse de la sombra de la madre. Lo que consuela dulcemente al niño son las palabras llenas de sentido que la madre pronuncia explicando con claridad qué es lo que ha comprendido de sí misma a partir de sus mensajes. Entonces el confort es total, las palabras suenan finas y delicadas y se instala la seguridad interior. El niño amparado y fusionado sabe que obtendrá lo que necesita. Esa es su experiencia cotidiana, que se repite a cada instante y que conforma una rutina sin sobresaltos. La seguridad interior se establece y posiblemente ya no se mueva nunca más de las entrañas de ese ser. Sentirse seguro, amado, tenido en cuenta, estable y con total confianza en sí mismo y en los demás...es obviamente el tesoro más preciado para el despliegue de su vida futura.

Lamentablemente la mayoría de los bebés humanos –amados- no reciben incondicionalmente lo que piden, porque siempre hay un adulto cerca para no estar de acuerdo y para tener una opinión al respecto.  Generalmente se trata de las mismas madres amorosas que entramos en contradicción con nuestros propios pensamientos. El asunto es que no es un período para pensar. Es un período para entrar en fusión emocional. No hay que buscar razones, ni elegir concienzudamente la mejor opción. No hay reglas a seguir ni consejos aplicables. En estos casos los niños quedan prisioneros de lógicas incomprensibles, alejados de los brazos de sus madres y solos. No estamos dispuestos a hacerles caso a los bebés, que unánimemente explican una y otra vez a través de sus interminables y prístinos llantos, dónde está su lugar. El bebé que no está en contacto con el cuerpo de su madre, experimenta un inhóspito universo vacío que lo va alejando de su anhelo de bienestar que traía consigo desde el período en que vivía dentro del vientre amoroso de su madre. El bebé recién nacido no está preparado para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta violenta separación de la díada causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. Cuando las expectativas naturales que traía el pequeño son traicionadas, aparece el desencanto, junto al miedo de ser nuevamente herido. Y después de muchas experiencias similares, brota algo tan doloroso para el alma como es la resignación. Cuando ese ser tan pequeñito no se siente valioso ni bienvenido, se convertirá necesariamente en un ser humano sin confianza, sin espontaneidad y sin arraigo emocional. Todos los bebés son valiosos, pero sólo pueden saberlo por el modo en que son tratados. En los países “desarrollados”, las madres compramos libros sobre cómo dejarlos llorar hasta que se duerman y cómo abandonarlos en el vacío emocional sin siquiera tocarlos. Las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad innata de criar a nuestros hijos, y desoímos los “motivos” que tienen los bebés para transmitir señales que son inconfundiblemente claras. La idea básica alrededor de esta moda estima que satisfacer las necesidades de un bebé los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado, es decir, bebés cada vez más necesitados o “demandantes”. Cuando a la noche el niño está solo sin percibir ningún movimiento, el “tiempo” aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias pretéritas dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. Sólo le resta llorar hasta dormirse. Y desplegar su ser envuelto en miedo, desconfianza, rabia, soledad y dolor.

Cómo sanar la falta de fusión emocional

Estando dispuestos a ofrecer toda nuestra capacidad de estar a favor del otro, porque nunca es demasiado tarde. Si un niño de tres años pide que su mamá lo alce en brazos, es porque lo necesita. Si ya no es “adecuado” a su edad, no importa, aparentemente lo sigue necesitando, tal vez no lo obtuvo suficientemente cuando era aún más pequeño. A lo largo de toda la infancia, es decir hasta los catorce o quince años, los niños son capaces de reclamar lo que precisan. Generalmente requieren presencia, caricias, cercanía con el cuerpo de sus padres, mirada, atención y dedicación. Eso es todo. Es muy simple. Si un niño de ocho años llora porque no quiere quedarse solo en la escuela, es lo que le hace falta. Merece alguien de su confianza que lo acompañe. Tal vez no estuvo suficientemente acompañado en el pasado. Nadie pide lo que no necesita. A medida que pasan los años, esas necesidades no satisfechas siguen operando con la misma intensidad que en sus comienzos. Pero los adultos estamos cada vez menos dispuestos a comprender los mensajes, sobre todo repitiendo la frase “ya eres grande”. O la de peor categoría: “eso es una regresión”. Sin embargo, cuando devenimos adultos, exploramos diversos caminos de sanación, y en todos ellos, la consigna es “regresar”. Todas las terapias, y sistemas de búsqueda personal están basados en la capacidad de regresar a los lugares que quedaron vacíos de afecto y de cobijo. La experiencia de recordar las vidas pasadas, el propio nacimiento en esta vida, las vivencias de la primera infancia, más todas las técnicas de respiración y de meditación, las técnicas corporales de todo tipo, la astrología, las técnicas de adivinación y todas las estrategias intelectuales desde Freud hasta la fecha; suman casi todo el abanico de modalidades al alcance de los adultos que desean comprenderse un poco más. Utilizando cualquiera de ellas, necesitamos regresar. Porque regresar es entrar una vez más en fusión emocional. La fusión emocional, cura. La fusión emocional, sana.

Promoción: las Sesiones de EFT y PNL son una manera muy rápida y efectiva en que puedo ayudarte para eliminar y liberar para siempre de tu vida no sólo emociones negativas y limitantes que te tengan bloqueado, sino miedos, fobias, trauma y hasta enfermedades de cualquier tipo que puedas haber somatizado en tu cuerpo físico, desde alergias hasta cancer. Si te sientes en un caos interno, EFT puede darte otra visión y aportarte la claridad y la sanación que necesitas para el principio de ese cambio. Ahora todo se pone de tu parte para que puedas Vivir en la Alegría, la Paz y el Amor, experimentando cada instante desde tu Corazón. Te invito a la acción y a experimentar ya lo que tal vez llevas tiempo deseando. He sido testigo de cómo una sola sesión por Skype puede marcar una diferencia grande en la Vida de otra persona. Es lo más gratificante de mi labor.

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