Madres, Padres, Hijos



Lactancia y sustancias tóxicas...

Aunque haya productos que se han prohibido como los COPs, los compuestos tóxicos en general aumentan con la edad, son superiores en personas obesas por acumulación en los tejidos grasos, y en el sexo femenino excepto en los casos de mujeres multíparas que hayan dado lactancia materna, porque depuran estos compuestos pasándoselos a su bebé.

"Nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen"

“Todo ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el día de su muerte” dijo hace muchos años la pediatra y psicoanalista francesa Francoise Dolto. La comprensión no tiene que ser demostrada con una respuesta verbal. Que los niños pequeños no puedan utilizar el lenguaje verbal, no significa que no lo comprendan. ¿Por qué es necesario hablarles? Porque la verdad concreta dicha con palabras organiza el entendimiento de los niños y construye la estructura emocional sostenida por la lógica. Las palabras con sentido lógico son mediadoras entre los niños y el mundo.  A diferencia de las personas grandes, ellos no cuentan con el concepto abstracto de tiempo y espacio, por lo tanto las situaciones más banales tienen que ser anunciadas una y otra vez antes de que sucedan. Incluso a los niños un poco más grandes los podemos ayudar con referencias puntuales, por ejemplo “antes de comer va a suceder tal cosa, cuando vuelva papá de trabajar haremos tal otra”. Tomemos como ejemplo la comunicación entre adultos: Si mi pareja me anuncia: “esta noche regreso a las tres de la mañana”, me está informando sobre algo puntual, pero no es suficiente explicación lógica para mí, entonces no acepto que regrese tan tarde a casa porque no es costumbre dentro de nuestros acuerdos matrimoniales. En cambio si me especifica: “esta noche volveré a las tres de la mañana porque participaré en una cena de empresarios prevista para comenzar a medianoche”, cuento con suficiente información para organizar mi entendimiento, aunque no sea agradable para mí. Fundamentalmente comprendo de qué se trata. Es vital comunicar a los niños la verdad exterior con lujo de detalles, tratando de percibir el mundo desde los ojos de ese niño, porque cada momento es infinito, cada sensación es eterna. La magia de las palabras logra acercar el mundo sutil del niño pequeño y el mundo concreto de los adultos. Usemos las palabras, ya que traducen lo que pasaLas madres permanecemos muchas horas a solas con los bebés. Es el período ideal para hablar previniendo a los bebés sobre todo lo que va a acontecer, por ejemplo: “ahora te voy a cambiar los pañales, tal vez sientas frío”, “vamos a salir a pasear y tengo que abrigarte”, o “vamos a ir juntos al supermercado, allí hay ruido, luces fuertes y demasiada gente”. Cada suceso por más banal que parezca, al ser anunciado, lo predispone y le otorga confianza hacia lo que va a acontecer. De esta manera las palabras con sentido lógico del adulto se convierten en mediadores entre el mundo externo y el interno. Hablar con los niños es sencillo, es igual que hablar con otro adulto.

El amor es el centro de nuestra vida. Y la verdad es el eje de la comunicación. De hecho “hablar con el corazón” es contar la verdad interior. La verdad interior transmite lo que me pasa, lo que siento, lo que deseo, lo que temo. Si somos capaces de mirarnos dentro sin prejuicios, si nos conectamos sencillamente con lo que nos sucede y si no lo valoramos como bueno o malo, entonces estaremos relacionándonos con nuestra verdad interior, que es la expresión del alma. Los adultos necesitamos comprender nuestros sentimientos para  amigamos con lo que nos pasa y atravesar cada situación con mayor entendimiento. Del mismo modo, los bebés y niños pequeños fusionados en la emoción de la madre, podrán comprender, organizar sus sensaciones y acompañar los sentimientos de su madre si saben de qué se trata. Esto es posible cuando la madre nombra lo que le pasa. Decir la verdad, toda la verdad del corazón, es hacerse cargo de lo propio para liberar al bebé de su angustia y su permanente obligación de manifestar lo que la madre siente pero todavía no ha expresado. 
Por ejemplo: Termina la baja maternal de una mujer quien debe regresar al trabajo. Organiza correctamente el cuidado de su bebé de tres meses. La noche previa al comienzo de su jornada laboral, el bebé sufre un espasmo respiratorio... ¿Acaso ha sido un acontecimiento imprevisible? No, es tan frecuente como la falta de reconocimiento de la angustia que provoca en una madre el hecho de dejar a su bebé tan pequeño durante tantas horas. El bebé siente la misma angustia y se hace cargo de manifestarla. En este caso ¿qué significaría decir la verdad?: Decir la verdad al bebé es reconocer antes que nada esta situación ambivalente: “necesito o deseo trabajar, pero también me angustia y me atemoriza dejarte al cuidado de otra persona “.  O bien, “Quiero irme pero también sufro por dejarte”. Reconocer lo que nos pasa y comunicar lo que nos pasa, le permite al bebé comprender y organizar lo que nos sucede a ambos. De lo contrario el bebé se hace cargo de comunicarlo, él realiza la angustia a través de la manifestación del síntoma. En otras palabras, el bebé nos obliga a conectarnos con la verdad, porque de lo contrario la materializa, la “expresa” en el plano físico, o en otras palabras: somatiza.

Puede resultarnos una pesada tarea estar dando explicaciones a los niños permanentemente, sin embargo resulta facilitador para los vínculos. Poco a poco convierte a los niños en seres que acompañan  con fluidez las decisiones y necesidades de los padres porque le encuentran sentido. Con el correr del tiempo las explicaciones serán  más cortas y precisas ya que el niño incorpora conceptos de tiempo y espacio. El bebé necesita cada día la palabra de la madre que medie en la ausencia o ante cada situación nueva. En cambio un niño de tres años y medio que  maneja con soltura el lenguaje verbal, “ya sabe” que cuando la madre dice “me voy a trabajar” tiene todo el sentido que le ha venido dando con muchas palabras llenas de significado durante esos tres años.

En busca de la propia verdad: la verdad siempre va precedida de la palabra “yo”. Porque la verdad es personal, responde a lo que me pasa, lo que siento, lo que deseo. No es una opinión, ni está supeditada a lo correcto o incorrecto. Los niños están tan cerca de nuestro corazón, tan unidos a la verdad íntima, que se convierten en traductores exactos. Vale la pena prestarles atención, o al menos hacernos las preguntas pertinentes. Sólo sabiendo qué es lo que nos pasa, estaremos en condiciones de narrar nuestra verdad a nuestros hijos.

La verdad siempre hace referencia a nuestra intimidad, es decir al interior de nuestro mundo emocional. Es la instancia que desnuda las emociones: el amor, el rechazo, el miedo, la alegría, la nobleza, la pasión, la rabia, la angustia, el dolor, la esperanza. La intimidad no se refiere a las prácticas sexuales, ni a la vida cotidiana como el hecho de trabajar, estudiar, comer, dormir, pasear o relacionarse con otros. ¿Pero qué tienen que ver los niños con nuestras íntimas verdades? Comprenderemos la profunda relación entre los pequeños y los adultos, si tomamos en cuenta que los niños pequeños son seres fusionales, es decir que viven dentro del mundo emocional de las personas que los crían. Cuando son muy pequeños, viven fusionados a la emocionalidad de la madre o de la persona maternante, y en la medida que van creciendo y van entrando en relación con otras personas (padre, hermanos, abuelos, maestras, amigos) se fusionan también con los mundos emocionales de los demás. Es decir: indefectiblemente forman parte del territorio afectivo de quienes los rodean. La verdad es liberadora y aporta confianza: por eso, aquello que nos sucede, les pertenece. También les pertenece lo que nos ha sucedido en el pasado, porque para nuestra organización emocional, el tiempo no existe. Si hemos experimentado situaciones dolorosas incluso durante nuestra infancia, hoy en día vibran aún en nuestro interior. Y es eso, justamente eso, lo que el niño vive como propio. Así las cosas, el niño merece comprender eso que siente como una evidencia. Nuestras palabras no van a traerle ninguna noticia reveladora, simplemente van a confirmar lo que el niño ya sabía. Y eso es increíblemente liberador, además de aportarle mucha confianza; porque el niño constata que lo que siente y lo que los adultos nombran, coincide. Comprendamos que el niño está completamente involucrado en nuestra vida personal, por lo tanto, no podemos tratarlo cono si fuera un extraño. El niño tiene derecho a saber al menos, lo que nosotros mismos hemos logrado comprender.


Conceptos clave:

HABLAR CON EL BEBÉ -EL NIÑO: Françoise Dolto: decía que el ser humano tenía la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el de su muerte. Hablaba con las madres y les pedía que le contaran sus experiencias, sus momentos malos y buenos, y después todo eso se lo narraba al niño. Porque, agregaba, el niño merecía saber porque tenía la capacidad de comprender. Recordándola me propuse que una de mis tareas como terapeuta sería enseñarles a las madres ir en busca de su propia verdad para que luego, ellas mismas, la transmitieran a sus hijos. Hablemos: Tomemos la costumbre de hablar con los niños, por pequeños que sean. Cada mañana contémosles cómo será el día. Si tenemos que dejarlos, expliquémosles qué harán ellos en nuestra ausencia, qué van a comer, adónde van a ir a pasear. Y más imprescindible aún hablemos sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, sobre el origen de nuestras preocupaciones, los motivos de nuestras alegrías. Hablemos porque nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen.

FUSIÓN EMOCIONAL: el niño y la madre forman una unidad denominada fusión emocional. Es decir que si la madre oculta una parte de su verdad el niño lo percibe, porque la sabe. Y la mayoría de las madres no conoce toda su verdad, sabe la más inmediata, la que acepta su cultura. Pero está la otra, la sombra, que es necesario sacar a la luz para integrarla a la vida. Muchas madres ni siquiera sospechan que esa parte oscura existe y que una de sus tareas como seres humanos es perderle miedo, buscarla y sanarla, para transformarla en parte de su fortaleza.

SOMBRA: es un termino utilizado por Carl Jung para definir las partes desconocidas de nuestra psique y de nuestro mundo espiritual. Estamos formados por una parte luminosa y una oscura, pero nos identificamos con la generosidad y la bondad, y despreciamos los opuestos, el egoísmo y la maldad. La sombra se desarrolla desde la infancia. Todo lo que pertenece al subconsciente. 

DOULA: en indi, significa mujer experimentada, y es una profesional capacitada para resolver problemas. 

MATERNIDAD Y PUERPERIO: desencadenan una verdadera conmoción tanto en la mujer como en el recién nacido y en la pareja. Se produce un cambio fundamental de consecuencias insospechadas. Por lo tanto son momentos que deben ser vividos con sumo cuidado y dedicación. Lamentablemente, en nuestra cultura, con el vértigo que nos caracteriza, quemamos etapas. Expulsamos a la madre, que en 45 días debe volver a trabajar, estar linda, sin rastros de su maternidad. Por supuesto, esto es tremendo para el niño que, como dijimos, forma una unidad emocional con ella. Y lo expresa reclamando esa carencia durante toda su vida. Creo que el tiempo mínimo para el puerperio son dos meses, y allí se juega la felicidad del niño y de la familia. Ese niño al no tener carencias afectivas es altruista, generoso. Cuando una madre puede vivir esos momentos en tiempos lógicos, consigue realizarse como madre y reintegrarse a la vida laboral sin culpas, feliz. El padre se arremanga y durante esos dos meses sostiene a su esposa sin pedirle afecto ni ayuda, porque ella es la madre, la que debe cuidar a ese hijo que concibieron juntos, en una de las etapas más importantes de su vida. Según el pediatra Frédérique Leboyer, autor de la idea del parto sin violencia. Dijo: "Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados; cada una de estas cosas es alimento para los niños pequeños. Tan indispensable, si no más, como las vitaminas, sales minerales y proteínas. Si se lo priva de esto, y del olor, el calor y la voz que tan bien conoce, el niño, aunque esté harto de leche, se dejará morir de hambre".

TDA: Trastorno de Déficit de Atención.  Gran cantidad de médicos diagnostican actualmente este trastorno, igual que la hiperactividad, estrés, etc y otras enfermedades nuevas que pretenden dar respuesta a todo, y poner nombre a otras carencias y situaciones de desamparo de los niños y adolescentes. Muchas veces el diagnostico de este trastorno ayuda a tener una vida mejor, otras veces no hace más que empeorar nuestra vida. Se medica a los niños, se les dice que tienen un problema, y todos se lo acaban creyendo.

FAMILIAS ENSAMBLADAS: concepto actual, parejas con hijos provenientes de relaciones anteriores, etc... sólo se corresponde con el concepto de Tribu Familiar, cuando se da la ternura, la comprensión, y el amor de los hijos que no son tuyos. Es el juego de la aceptación de las diferencias.

DESAMPARO: ¿Qué no tuve o qué me faltó cuando era pequeño en mi primera infancia? desde la vivencia del niño, las cosas están igual ahora que antes, los niños en general están en situación de desamparo. El único modo de resolverlo es contactándonos con nuestras verdaderas dificultades emocionales.

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